Ese día me corte y sangre, pero no te lo conté como muchas
otras veces que sangré y no te dije. Nos vivíamos cortando, todo el tiempo. Nos
dolía, o solamente eso es lo que sentía yo. Cuando después de histeriquear
tanto nos pusimos de acuerdo me dijiste que sí, que vaya. Era especial para mí,
cumplíamos 3 meses. Nada más, nada menos, pero es mucho para una chica enamorada y con ganas de amar. Corriendo agarre mi mochila, metí un
par de ropas. No eran pocas, tampoco las suficientes. Me fui corriendo, pedí
plata prestada, perdí un cole, llegue a otro, pero me fui queriendo estar en una cita soñada. Llegue a las 12 de la noche a la
terminal. Nadie me esperaba. Nunca me esperaste ahí, aun sabiendo que el viaje
es largo y que estaba cansada, nunca. Cuando hablo de cortarnos, hablo de las palabras que eran afiladas, a eso me
refiero, y a los actos que lo eran aún más. Hoy hace un año que te conocí por primera
vez. No eras lo que me esperaba. Parecías aún mejor, después de un rato. Al otro
día te dije qué era lo que esperaba, simple: no arrepentirme. Siempre logro
juzgarme por mis errores, dudar de mis elecciones y cuando algo roza el placer
y el dolor al mismo tiempo suelo verle el lado malo, no hay grises, así es al final.
Supongo que es un baldazo de agua, porque no me valoraba al estar
con alguien con vos que no sabe lo que quiere. Ahora puedo determinar qué
quiero en mi vida sin grises.
No hay comentarios:
Publicar un comentario